Agapanthus africanus.
Los tenemos plantados en macetas. Nos los regaló una amiga y, desde que los plantamos, hasta la primera floración, que es ésta, han pasado dos años. Pero ha merecido la pena la espera.
El agapanto, o flor del amor (del griego agapé=amor y anthos=flor) es una planta de raíces carnosas, tuberosas. Tiene hojas lineares, de unos 30 cm. de largo, de un verde brillante.
Su mayor atractivo reside en su floración. Produce inflorescencias en umbela redondeada con hasta 35-40 flores de tonalidades azules de distintas intensidades. En nuestro caso son de un azul medio, brillante, preciosas.
Estas umbelas se sitúan al final de un largo pedúnculo de entre 50 cm. y un metro de longitud, por lo que, a veces, conviene entutorarlas para que no se tumben con el viento. Florece desde principios del verano hasta mediados del otoño en condiciones óptimas. En El Terrao, ya pasó su floración.
Para tenerlas bonitas y lozanas hay que cuidar de proporcionarles una exposición soleada. En El Terrao, por razones obvias (esto es Extremadura), prefieren una semisombra clara, para minimizar la excesiva evaporación. Les gusta el calor y la humedad y resisten bastante bien los fríos en estas latitudes. Si está en tierra, es bueno un buen acolchado en invierno que proteja sus raíces. Si se mustia mucho en época fría, conviene podarla a ras de tierra.
En época vegetativa, hay que regarla a menudo, pero sin pasarse. Evitad a toda costa el encharcamiento.
La tierra adecuada es un sustrato ligero, mezcla de tierra vegetal y arena (50/50) con un añadido anual de buen compost, como el que elaboramos en El Terrao.
Si queréis reproducirla, lo mejor es dividir los tubérculos justo antes de la época de vegetación, marzo, plantándolos en plena tierra a unos 15-20 cm. de profundidad. Tardará uno o dos años en florecer, pero la espera compensará con creces.
Las inflorescencias de los agapantos duran mucho. En nuestra experiencia, unas tres o cuatro semanas. También son buenas para flor cortada.