Los perros de El Terrao.
Corría el año 2008, finales de invierno. Llevábamos un tiempo observando a un perro, parecía un perro de caza, que deambulaba por los alrededores de El Terrao. Seguramente, abandonado. Estaba muy flaco, tenía el pelo escaso y descolorido, triste. Eso sí, era un animal simpático y dócil, pero no estaba bien.
Los vecinos, nosotros, le llevábamos comida, las sobras, algo de pienso de los nuestros, al camino ciego donde se refugiaba. Salía enseguida a saludar moviendo su rabito, su muñón aceptando de buena gana las provisiones. Pero no engordaba.
Se llenó de garrapatas y pulgas. Manolo, un vecino amante de los animales como ninguno, con su mejor voluntad, lo espolvoreó con un producto para desparasitar ganado. Muchas garrapatas murieron, pero también se le caía el pelo. Y no mejoraba.
Una noche, lloviendo, Trufo en el refugio que entre Manolo y Mª Ángeles le habían construído con unas maderas y unos plásticos, le atacaron unos mastines, unos perros de esos que andan sueltos por los campos, amparados en la irresponsabilidad de sus dueños, seguramente para arrebatarle la comida. Las dentelladas que tenía Trufo en el cuello eran para verlas; los desgarros en las orejas ... Sólo le salvó la determinación de Manolo (de mote "el alemán" porque estuvo emigrado por allí) y su hijo, minusválido, que con garrotes, arrojo y valor, espantaron a los agresores. Curaron a Trufo con Betadine que formó una costra con los polvos de las garrapatas. El animal tenía ya un aspecto deplorable. Comenzó la cuesta abajo, empeoró.
Mª ángeles, Angelita la llamamos los cercanos, me dijo que se lo traía a El Terrao para que se quedara y curarlo. Yo me resistía, ya teníamos dos perros, Chencho y Bolo. Pero Ella insistió, no necesitaba mi asentimiento, estaba plenamente decidida. Pero no es ninguna inconsciente, no; llamó primero a nuestros veterinarios. Richard comprobó si tenía microchip, que no lo tenía; le extrajo sangre y se la llevó para analizarla. Aparentemente sólo estaba desnutrido. ¡Bien!
Más tarde, volvió a llamar. El contraanálisis mostraba claramente que estaba enfermo. Tenía Leishmaniasis. De eso los perros se mueren. Pero parece que estaba en una fase no demasiado agresiva. La Leishmania no había afectado aún el hígado ni los riñones. Había un tratamiento nuevo, pero era caro. Angelita ya lo tenía decidido. Compramos un collar, que le venía grande, y una cadena y ... para El Terrao (él y la tortilla de patatas que le había hecho el hijo de Manolo).
Y así vino:
¡Qué animal más bueno! ¡Cómo aceptaba el tratamiento! Gotas medidas al milílitro en las comidas (una especie de quimioterapia) que le provocaban diarreas sanguinolentas, baños especiales para recuperar su piel y librarla de parásitos y hongos. Un tratamiento duro. Menos mal que no perdía el apetito. Ni la alegría de vivir. Jugaba con nosotros y con los otros perros. Aún así, le costaba salir de la enfermedad. Pero poco a poco iba mejorando.
Fueron meses duros. Pero se iba fortaleciendo. Le creció el pelo (y los bigotes y las pestañas, que no tenía). Se le abrieron los ojos, que los tenía como un chino. La piel, que era puro cartón, se le volvió suave y empezó a aparecer su verdadero color, el que tiene desde entonces. Y mostró su raza: un magnífico Braco Alemán.
Fué el padrino de los trillizos (por entonces cuatrillizos), Chiqui, Piguord y Tundra, que vinieron después. Tiene una paciencia infinita con los otros perros.
Es un magnífico guardián, con un potente ladrido, aunque es sólo apariencia, cuando entras, se convierte en lo que es, un CACHORROTE cariñoso y amable.
La caza la lleva en la sangre pero, como nosotros no somos cazadores, se entretiene cazando por su cuenta alguna urraca, un mirlo, una tórtola, una paloma, un pajarillo, ... alguna rata, lo que pilla. Y nos lo trae al porche. No le riño, pero lo miro serio. Él, evita mi mirada.
Y sigue con nosotros. Los análisis dan negativo hasta la fecha. Hay que hacérselos periódicamente. Y a los otros perros por si hubiera contagio.
Qué historia más bonita la de este animal, y que paciencia la vuestra para lograr su recuperación, os felicito. Yo también tengo un perro desde hace dos años, tiene dueño pero no quiere estar con ellos, ni aún cuando me voy de vacaciones, que los llamo para que lo atiendan, prefiere quedarse en mi porche. Es mi sombra, viene conmigo a todas partes: cuando salgo a andar, por el pan... donde yo voy está el, es lo más cariñoso del mundo y bueno, como yo siempre digo si nos conducimos con amor y compasión por la vida, cuanto hagamos bien quedará escrito en el libro de los haberes. Saludos desde Andalucía
ResponderEliminarGracias, parte de la histora ya nos la habia comentado Mª Angeles, que sabemos que lo quiere un monton... me alegra saber que el otro urbanita del Terrao es tambien una magnifica persona. Gran pareja, y una gran familia perruna. Trufo ha tenido mucha suerte de conoceros. un gran saludo. Be happy
ResponderEliminarSin palabras, el tema de los perros siempre me llega al alma, así que no hace falta que os diga que me ha emocionado leer este post tan bonito. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarQue gran historia! Tenias mil escusas para no acoger a ese perro. Podíais a ver mirado para otro lado y en poco tiempo se hubiese muerto. Le habéis dado una vida.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Que historia real tan linda, me encanta que tengáis tan buen corazón. Besos para todos.
ResponderEliminarMe encantan los perros, siempre tengo alguno y los quiero no como a personas, ellos no se merecen eso, los quiero como a perros, de esa manera especial que ellos tienen de querernos, preciosa historia que comparto, es debido, muchas gracias.
ResponderEliminarQue suerte tuvo de encontrarlos a ustedes. Es una belleza de mascota. Un abrazo.
ResponderEliminarLa antepenúltima foto es bellísima. Los felicito por el amor que brindan a los animales.
ResponderEliminarBesosss
Ahhh! ¿que le ocurre a M Angeles que no escribe?
Pasar por vuestro Terrao es aspirar naturaleza, cariño, vida ...
ResponderEliminarOa sigo y os seguiré aunque no deje comentarios.- Besicos.
Que historia más bonita, todavía tengo los ojos llenos de lágrimas. Que suerte tienes de tener a Angelita en tu vida. Es un amor. Sacar a Trufo para adelante ha sido toda una hazaña. Felicidades a los dos, en ese Terrao hay mucho amor. Felicidades también al alemán y a su hijo.
ResponderEliminarque historia mas bella no cabe duda que si,,, uno ama a los animales que son creacion de DIOS, ELLOS SUPER AGRADECIDOS Y SUPER FIELES YO TENGO UN,,PERRITO, ESNAUCER CACHORRO Y 3 GATOS Y A TODOS LOS AMO, SON PARTE DE MI
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