(Nerium oleander)
En nuestra zona, en Badajoz, y más al Sur, las adelfas son plantas que adornan nuestros jardines urbanos y rústicos, e, incluso, las medianas de nuestras, afortunadamente escasas, autovías.
En El Terrao no podían faltar. Unas, grandes, añosas, ya se encontraban aquí cuando llegamos. Otras, las hemos plantado nosotros.
Son plantas originarias de la región mediterránea, donde crecen espontáneamente, y de forma abundante,en orillas de ríos, lugares con aguas subterráneas y cauces secos por el estío.
Pertenece a la familia de las Apocináceas. Son arbustos frondosos, de buen tamaño, con ramas finas y flexibles; normalmente presentan varios pies, aunque se les puede dar forma de arbolillo mediante poda. A mí me gustan en su forma original, salvaje. Sus hojas, perennes, son lanceoladas, coriáceas, de un verde mate, grisáceo, con nervio central patente, blanquecino. Se presentan en verticilos de tres o cuatro hojas, más raramente, opuestas.
Pero lo más atractivo de esta planta es su magnífica y abundante floración en tonos rosas, rojos o blancos. Estas flores se presentan en corimbos terminales.
Tienen cinco pétalos que se giran hacia la derecha.
Pueden ser de corola simple o doble, con un aroma particular, penetrante. En El Terrao florecen durante todo el verano.
Hay que tener en cuenta que la adelfa es VENENOSA, por lo que hay que mantener a los niños lejos de ella. Su veneno se ha utilizado como raticida, aunque tiene propiedades medicinales una vez procesado. Dicen que allá por el año 1.808, varios soldados de Napoleón murieron al utilizar varas de adelfa para ensartar carne y asarla.
Por lo demás, es una planta muy resistente, salvo a las heladas. Necesita sol, temperaturas benignas y riegos moderados. Le suelen atacar los pulgones, a las flores, y las cochinillas, a las hojas, sin demasiadas consecuencias. Se reproduce fácilmente por estaca de unos doce centímetros en un recipiente con agua, en sombra, hasta enraizar. Es preferible hacer esto en invierno.